03 julio, 2008

Una solución dialogada. Y perfecta



Hay algunos problemas que se resuelven mediante fórmulas gramaticales sorprendentes en su simpleza, según creencia muy extendida entre la población y algunos gobernantes. Un ejemplo de problema y su correspondiente sintagma mágico son el terrorismo y la célebre solución dialogada de la violencia.

Cabían dudas sobre su eficacia, pero el Ejército de Colombia demostró ayer la justeza de esa creencia en una rápida operación militar en la que, sin disparar un solo tiro, devolvió a la libertad a Ingrid Betancourt y a 14 compañeros suyos de cautiverio.

Los militares colombianos entablaron un diálogo bilateral con cada una de las partes implicadas en este conflicto. A la vista de los resultados, cabe concluir que el diálogo resultó modélico para la resolución del problema por varios conceptos: por su simplicidad, la fácil comprensión de las palabras, el ahorro de enojosas perífrasis e infructuosos circunloquios, por su operatividad y su eficacia. Una vez que hicieron creer a los terroristas que el helicóptero era 'amigo' para que se acomodaran en él junto a Betancourt y el resto de los rehenes, empezaron las convrersaciones. Primero con los secuestradores:
Somos el Ejército. Están ustedes detenidos. (Este diálogo es apócrifo)
Inmediatamente después con las víctimas:
Somos el Ejército. Ustedes están libres. (Éste, no)
No faltará quien reproche a los militares colombianos y al presidente Álvaro Uribe la simplicidad del operativo. Desde ese punto de vista, no admite comparación con la gesta de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores, la Armada y el servicio de inteligencia español para resolver brillantemente el secuestro del atunero 'Playa de Bakio' y su tripulación por piratas somalíes en el Índico mediante un diálogo más equilibrado con el pago del rescate. Claro que no todos los países pueden presumir de ser la octava potencia del mundo, no sé si me entienden.

Su procedimiento, sin embargo, más ajustado a las posibilidades de un país emergente, tiene la ventaja de ahorrarnos la presencia y las palabras del espadón venezolano, autodesignado mediador en el conflicto. Váyase lo uno por lo otro.