23 julio, 2008

La memoria de mamá


José Luis Rodríguez Zapatero rebajó las previsiones triunfalistas del mitin-fiesta convocado para celebrar los 100 primeros días de su segunda legislatura como presi.

El mitin es el medio idóneo para la propagación del pensamiento Zapatero entre los creyentes. Hace ya casi 30 años que Alfonso Guerra había sentenciado la muerte del mitin: "Cambio 10.000 militantes por 20 minutos en televisión". Parecía que desde hace mucho tiempo el objetivo de los mítines no era otro que servir de percha para colgar los publirreportajes televisivos.

Claro que el antecesor de Pepe Blanco no era lo que se dice un lince para diagnosticar defunciones, desde que tomó el pulso al autor de 'Del espíritu de las las Leyes' y dijo: "Socialistas, Montesquieu ha muerto". Tuvo que llegar José Luis a la Secretaría General para revitalizar el género, porque el mitin se adapta como ningún otro formato de comparecencia al pensamiento desarticulado del presidente. El mitineo es una ósmosis de emociones entre el líder y la peña que no requiere coherencia argumental, ni pensamiento. Basta el énfasis.

En el festejo que no fue de los 100 días, Zapatero replegó velas, aunque nunca se sabe. De hecho, dijo lo contrario de lo que había pregonado en días anteriores:
"Tenemos que prepararnos para gobernar con austeridad. Sí, la va a haber, y fuerte, pero con solidaridad con los más débiles."
El Pastor de Oaxaca comentó hace cosa de un mes que Sebastián, incapaz de explicarnos que había que apretarse el cinturón, se había conformado con quitarse la corbata. Ayer, Zapatero habló seguramente de apretarse el cinturón. O no, vayan ustedes a saber. El punto fuerte de la frase está en la adversativa: "pero con solidaridad con los más débiles". El momento requería una voz potente y bien timbrada, que gritara desde el auditorio: "¡No como el PP!" Son momentos en que el mitin es puro gospel, concelebración del jefe con los fieles.

No aplicarán las recetas de la derecha: "ni decretazos ni planes de choque", porque "siempre chocan contra los mismos los planes de choque", remató, bordeando la aliteración. Sencillamente insuperable. ¿Recuerdan la reforma de la Ley de Pensiones de 1985, que motivó la dimisión de Nicolás Redondo de su condición de diputado?¿Recuerdan la huelga general del 14 de diciembre de 1988, contra la reforma del mercado laboral que abarataba el despido y generalizaba los contratos temporales?

Recordemos tres medidas de hacer frente a la cosa con solidaridad con los más débiles. Aquel momento sublime en que el presidente apadrinó a su ministra de Vivienda, Carme Chacón, en una rueda de prensa a las puertas de La Moncloa para anunciar la buena nueva de la renta de emancipación, los 210 euros lineales que iban a dar a los jóvenes para el alquiler y que han acabado todos en el bolsillo de los arrendadores, que han subido el alquiler en esa cantidad, tal como era previsible, dada la extrema rigidez de la oferta. Los 400 euros a los ciudadanos más débiles (salvo que su extrema debilidad les exima de hacer la declaración de la renta) y también a los más fuertes. Puede cobrarlos cualquier ciudadano con los ingresos de Botín, pero no los que están en exclusión social. Los 2.500 euros a cada parturienta, sea la humilde inmigrante o la princesa de Asturias. Y con estas medidas nos hemos fumado el superávit.